El ser una amante del vino en una sociedad machista nunca es bien visto. Disfrutar y gozar de un vino en cada salida puede subir más de una ceja en cualquier cena familiar o de amigos. Es increíblemente fácil juzgar lo que no se conoce. Así por una coincidencia del destino (como mucho de lo que pasa en mi vida) llegue a una clase de introducción al vino en la academia La Casserole du Chef, con una maravillosa profesora, la señora Belkis Croquer. De inmediato al finalizar la clase quise saber dónde había estudiado ella... Esa primera clase me dejo el gusanito de la curiosidad; Definitivamente quise aprender mucho más del vino.
Actualmente que me encuentro en la Academia de
Sommelier de Venezuela, no me dejo de maravillar e impresionar por este
maravilloso mundo del vino. Tengo toda la seguridad y conocimiento que requiero
para entender lo básico del vino, aunque no sea nada básico, es un mundo
gigante, muy sensorial, donde los
sentidos son gran parte del todo. Es volver a nuestros primeros años de vida y
recomenzar a apreciar las pequeñas cosas: los olores que nos rodean, como nos decía
nuestra profesora de cata Ingrid Robles, debemos detenernos a oler las flores. En
momentos y situaciones tan agitadas como las que pasamos eso podrá parecer sin
sentido, pero nos aportara como seres humanos mucho más que olores.
Y en el momento histórico que atravesamos como país tener un
hobbie o una pasión independiente de tu trabajo es tan necesario como el trabajo
mismo. Te permite tener un espacio para ti y para tu crecimiento personal. No importa
tu edad u ocupación el mundo del vino te recibirá con los brazos abiertos.